Julio Borges en la instalación de la Asamblea Nacional
Colegas diputados, invitados especiales, pueblo de Venezuela.
Quiero comenzar el día de hoy agradeciendo la entrega al servicio de los venezolanos de nuestro colega diputado Henry Ramos Allup, quien supo conducir esta cámara con respeto y valentía, en medio de feroces ataques del resto de los poderes públicos secuestrados.
Siempre se respetó a la bancada oficialista y eso es una demostración de nuestra manera de entender la política y la convivencia de las ideas. Para él, nuestro reconocimiento.
Así como para cada uno de los diputados y a los trabajadores de esta institución quienes durante este año han llevado adelante sus labores con mística, dedicación y entrega.
Hoy se instala esta Asamblea Nacional en medio de las más grandes dificultades que hemos vivido como República desde hace más de dos siglos.
Vivimos un momento injusto y vergonzoso: Venezuela, el país más rico del planeta, en petróleo, gas, oro y recursos humanos, tiene a su pueblo buscando restos de comida en la basura.
Tiene a sus niños pequeños hurgando entre las sobras de las calles para poder comer, a sus ciudadanos desnutridos y frustrados, a nuestros abuelos desmayándose en colas tratando de comprar comida y medicinas.
Es como si hubiésemos sido víctimas de una maldición.
Este mensaje es para las familias venezolanas, condenadas a una de las navidades más tristes que Venezuela recuerde, haciendo colas para salvar el poco dinero que les quedó después de que el gobierno nos robara, con la inflación, y con él cambio de unos billetes que no llegaron.
Este es un mensaje para la familia venezolana lastimada y maltratada. Pobre y empobrecida
Las imágenes que hace unos días vimos en el estado Bolívar y en otros estados de nuestra querida Venezuela, duelen en el corazón y dibujan un espantoso escenario: el reino del caos, la corrupción y la oscuridad. Es la miseria como norma. Pero allí presente: el protagonismo heroico de un pueblo que batalla como nunca por su dignidad.
Ese pueblo que ve morir familiares por falta de medicinas, el mismo pueblo que se despide de sus seres queridos, o en el cementerio por la violencia o en el aeropuerto porque se van país.
Hoy existe una realidad indiscutible: Ya Venezuela no se divide, en dos grupos políticos. Hoy la realidad es que somos una sola familia, un solo país lastimado y maltratado por la crisis, sobreviviendo al día, un solo país que ve con asco e indignación a un grupito que desde el poder oprime, persigue y roba.
Todas estas desgracias, tienen responsables claros que el pueblo conoce bien.
¿De quién es la culpa que el país más rico del mundo tenga a su pueblo comiendo en los basureros, saliendo del país en estampida o perdiendo la vida en las calles? Venezuela lo sabe.
La culpa es de los que juraron que dentro de la Constitución todo y fuera de la Constitución nada, pero que hoy le niegan al país sus derechos más fundamentales, el derecho a la vida, a la expresión, al trabajo, a la alimentación, a la salud y al voto.
Esa hipocresía de fracaso monumental tiene que terminar.
El final de esta Venezuela ultrajada está decretado por el pueblo venezolano, y ese grito de ya basta, solo está buscando su cauce, quiera Dios que pacífico, democrático y electoral.
Para la familia venezolana, el mensaje es muy claro:
Conocemos bien a quien nos gobierna. Sabemos quien es, conocemos su accionar miserable y sin escrúpulos, su terror a perder el poder, porque en el fondo, el poder se convirtió en una droga a la que se volvió adicto, no imagina su vida sin el poder.
Por ello quiero ser muy claro ante Venezuela, nuestra lucha hoy es imponer en paz, de manera no violenta y con la fuerza del pueblo, el voto, la constitución y el cambio para unir a esta Venezuela rota y arruinada y construir un país de trabajo, libertad y paz.
La urgencia de un cambio de gobierno tiene como propósito lograr una transformación radical que debe unirnos por los próximos años: un país donde los venezolanos seamos más y tengamos más.
Una Venezuela en la que seamos más significa un país humanizado, donde se respete la dignidad de cada venezolano, donde haya millones de oportunidades para los jóvenes y pensiones dignas para los abuelos. Sin exiliados ni presos políticos, como nuestros compañeros de lucha Leopoldo, Antonio, los policías como Erasmo Bolívar, los militares, líderes y estudiantes que hoy siguen en los calabozos por pensar distinto.
Una Venezuela donde seamos todos ciudadanos de primera. Con justicia, paz y libertad para todos por igual y que los derechos de la Constitución sean palpables, alcanzables.
También una Venezuela en la que tengamos más. Que el pueblo tenga propiedad sobre la tierra, las casas y el petróleo.
Tengamos más porque democraticemos la propiedad y la economía. Estimulemos la iniciativa privada y la inversión. Porque vamos a desmantelar el petro-estado corrupto y construir una Venezuela productiva y de propietarios, con un estado eficiente al servicio de los más pobres.
Una Venezuela donde el pueblo tenga más y sea más, la podemos comenzar hoy mismo y así prevenir muchas muertes y sufrimientos de venezolanos desahuciados por la crisis.
Estamos a tiempo de prevenir la violencia, si se respeta la constitución y se escucha la voz del pueblo.
Pero quienes tienen el poder no quieren escuchar. Que se escuche la voz del pueblo es la primera misión de esta Asamblea Nacional. ¿Cuánto más claro quieren que hable el pueblo venezolano? ¿Cuánto más? ¿Cuánto más fuerte tenemos que gritar que estamos cansados de la miseria, de la corrupción, la incapacidad, la persecución, el odio. ¿Hasta qué límite pretenden llevar a nuestro pueblo?
Votamos en el 2015 y no respetan a 14 millones de venezolanos que eligieron a esta Asamblea, recogimos firmas para el Referéndum Revocatorio y se lo robaron, se robaron también las elecciones de gobernadores y terminaron el año burlándose del Papa Francisco. ¿Cuánto más fuerte debe gritar la familia venezolana?
Y aquí me detengo para enviarle un clarísimo mensaje a Nicolás Maduro: el pueblo venezolano es el dueño de la democracia, tiene el derecho a votar y a decidir su futuro. No juegue usted a seguir conteniendo la soberanía del pueblo, porque como quien se enfrenta a un río crecido, podría terminar arrasado.
Nicolás Maduro: Respete la constitución y al pueblo venezolano. No será usted el primero ni tampoco el último gobernante a quien cegado por la terquedad, lo sorprende la ira de un país cansado y desesperado.
Hoy la realidad es clara: Es una decisión tomada por Nicolás Maduro que en Venezuela no haya elecciones nunca más. Eso es inaceptable y no lo vamos a permitir, cueste lo que cueste.
Esta Asamblea Nacional está llamada a liderar ese cambio por el que 14 millones de venezolanos votaron hace poco más de un año. Estamos llamados a darle cauce a esa fuerza que se activó para pedir el referéndum revocatorio y de la que se burlaron.
¿Qué hace un país al que se le han cerrados todos los caminos para lograr sus derechos constitucionales?
¿Qué hacer frente un gobierno que pasa del autoritarismo a la dictadura: sin elecciones, sin derechos humanos y con el poder concentrado?
¿Qué hacer?
Lo único que nos queda es luchar sin miedo y hacerlo en todos los espacios para salvar a la Constitución, salvar a Venezuela y reconquistar nuestro derecho a votar.
Y ese rescate de la Constitución pasa necesariamente por el rol que jueguen los ciudadanos de uniforme, los miembros de la Fuerza Armada, a quienes debemos, desde aquí, enviar un mensaje: recuerden su juramento. Porque hoy Dios y la Patria se lo demandan. Demandan que ustedes sean los guardianes de la Constitución y los garantes de ese pacto de convivencia que es sinónimo de orden y paz. Nicolás Maduro está fuera de nuestra Constitución y eso es inaceptable.
Permanecer en actitud complaciente frente a la tiranía es negar la esencia misma de su razón de ser.
Militares venezolanos libertaron cinco naciones al mando de El Libertador, Simón Bolívar. Y tras llevarles la luz de la independencia, ustedes fueron los garantes de que esas naciones se rigieran bajo el poder civil.
Fueron los militares quienes en 1830 decidieron, con honor y grandeza, renunciar a sus fueros y privilegios para acompañar los primeros pasos de la República.
Fueron ustedes mismos, en voz del mariscal Juan Crisóstomo Falcón, quienes tras la hecatombe de la Guerra Federal decidieron acompañar la promulgación del decreto de garantías que hace más de 150 años —óigase bien: ¡150 años!— estableció el derecho a la vida, a la inviolabilidad del hogar, a la libertad de pensamiento, al libre tránsito y el derecho al voto.
Y fue un militar venezolano, Eleazar López Contreras, quien se quitó el uniforme, recortó el período presidencial y se abrió a las libertades y reformas políticas cuando la muerte de Juan Vicente Gómez significó la entrada de Venezuela a un nuevo siglo.
Éste no es un llamado a la rebelión ni a la sublevación. Al contrario es un llamado a que se cumpla la Constitución y se le permita al pueblo venezolano votar.
¿Quieren seguir siendo herederos dignos del Ejército Libertador y de la República o ser recordados como los guardianes de Nicolás Maduro?
Ustedes y sus familias también son víctimas del caos. Conocemos bien la situación de la tropa en los cuarteles, su alimentación deficiente, el apresto operacional destruido y el pésimo el estado de las instalaciones, la seguridad social indigna y la manipulación política que hacen de la institución.
No podemos generalizar: nuestro deber es ser justos. En un futuro gobierno revisaremos caso por caso, para no permitir que una minoría que se ha dedicado al narcotráfico y a la violación de los derechos humanos dañe el honor de los hombres y mujeres de nuestra Fuerza Armada Nacional.
Hermanos y hermanas de uniforme: en nombre de la representación nacional, los convoco a que caminemos juntos hacia una Patria donde la gente vuelva a verlos con respeto.
Una Patria en la que ustedes participen activamente en el desarrollo del país porque en esa patria que viene ustedes son parte crucial de la recuperación. Es obligatoria una nueva relación pueblo y Fuerza Armada Nacional.
Es seguro que desde Miraflores llamarán al alto mando para ordenarles que desmientan o ataquen públicamente lo que aquí se ha dicho. Pero también estamos seguros de que ustedes saben, como lo sabemos nosotros y como lo sabe todo el pueblo de Venezuela, que estoy hablando con la verdad. El país espera mucho de ustedes y el llamado es claro: a las puertas de su conciencia hay un pueblo que clama por ser escuchado.
No lo hagamos esperar más.
Finalmente un mensaje al pueblo venezolano, a los que con todo derecho creyeron alguna vez en la revolución, a los independientes y a quienes han adversado este modelo fracasado: Nos toca juntos y a fuerza de coraje, vencer a esta dictadura a la que cada vez le importa menos la vida y el dolor de los venezolanos. Y digo juntos porque es ingenuo e injusto pensar que alguien puede solo.
Seamos más y tengamos más. Huyamos para siempre de las promesas de salvación mesiánica. Aquí no hay nadia que pueda dar esta batalla solo.
Aquí no hay fórmulas mágicas.
La única fórmula es el voto, porque pone en manos de todos nosotros el futuro del país.
Por lo pronto, además de acompañar en las calles al Pueblo venezolano en su sufrimiento y en la búsqueda de soluciones, en los próximos días aprobaremos por mayoría la Declaratoria de Abandono del Cargo por parte de Nicolás Maduro.
Si alguien tiene dudas sobre los posibles argumentos para tomar esta decisión, sepan que desde 2013 hubo más de 100 mil venezolanos asesinados, eso es equivalente a la atrocidad de 4 estadios universitarios llenos de cadaveres. Más de un millón de empleos se perdieron sólo el año pasado y desde que Nicolás Maduro está al mando de la Nación tenemos una inflación acumulada de 4200%, la más alta del mundo, la pobreza se ha duplicado desde 2013, 8 de cada 100 venezolanos comen de la basura y la mitad del país, incluyendo a los niños, se acuestan a dormir sin comer completo. Además vivimos un vergonzoso y cruel porcentaje de escasez en alimentos y medicinas.
Y éstas son sólo algunas de las razones que nos llevan, de manera clara, a pensar que éste es el paso que debemos dar.
Es claro que Nicolás Maduro abandonó el cargo y la Constitución.
Con esta decisión, la Asamblea Nacional abre las puertas para que en Venezuela haya elecciones generales en todos los niveles y ramas del poder público, gobernadores, alcaldes, presidente de la república y ¿Por qué no? Asamblea Nacional. ¡Que sea el pueblo el que decida!
Así pues que desde aquí, desde esta Asamblea Nacional, declaramos el año 2017 como el año del pueblo protagonista.
Y por eso esta Asamblea saldrá a las calles para plantear soluciones con el pueblo y para el pueblo. Sesionaremos en las comunidades, en los hospitales, en las fábricas expropiadas, en las escuelas, en las cárceles y en cada uno de los lugares donde sea necesaria nuestra presencia y nuestra fuerza democrática.
Esta tribuna de oradores siempre será un lugar propicio para recordar aquella lucha que se llevó adelante para derrotar a la dictadura en 1958, pero muchas veces nos quedamos en los sucesos del 23 de Enero y no hablamos de lo que sucedía en el país en aquel entonces, eso que hizo que todas las fuerzas democráticas se manifestaran.
Hace sesenta años, en 1957, el dictador Marcos Pérez Jiménez inventó un organismo electoral a su medida y se robó unas elecciones con el único objetivo de quedarse en el poder. Y eso fue lo que despertó en los venezolanos que fueron testigos de aquellos sucesos las ganas de pelear por sus derechos, porque quienes apuestan contra el pueblo venezolano están condenados a perder.
Cuentan que al día siguiente de aquel plebiscito fraudulento impuesto por el dictador hasta el aire que se respiraba había cambiado. Cuentan que ya no se trataba de tendencias políticas… era un país entero, incluyendo a los militares honestos, decidido a recuperar el derecho a elegir su futuro.
Hoy Nicolás Maduro juega con fuego, retando a ese mismo pueblo. Que fue capaz de crear una coalición de fuerzas, conformada por hombres y mujeres de distintas tendencias, que logró rescatar el voto y la democracia.
La vida nos pone en una encrucijada similar y debemos demostrar que estamos a la altura del compromiso, que hemos aprendido las lecciones de la historia y que somos nosotros los encargados de hacer que quienes creen que siempre tendrán el poder bajen la cabeza y entiendan que los ciudadanos y ciudadanas de Venezuela decidieron cambiar su historia.
Comencemos a trabajar: nos toca recuperar la democracia, devolverle la vigencia a la constitución, y empezar a construir el futuro de Venezuela.
De este tiempo se dirá que el pueblo venezolano no se rindió. No será fácil, pero lo lograremos.
Cuando se escriba esta historia se hablará de cómo salimos a la calle y nos pusimos de pie tras nuestra hora más oscura, y le habremos entregado a las generaciones futuras nuestro sacrificio de hoy, nuestro aprendizaje de hoy, para que nunca más repitamos esta triste historia.
Recordaremos juntos estos años y hablaremos de la épica de la reconstrucción de Venezuela con el orgullo de haberlo hecho juntos. Será una página gloriosa en nuestra memoria patria.
Venezolanos: En nuestras manos no se perderá la república de nuestros hijos.
Señores diputados, en nombre de Dios de quien invocamos su ayuda, declaro formalmente instalado el período de sesiones de la Asamblea Nacional para el año 2017.