Europa debe voltear a África
Al lado de la guerra por la invasión a Ucrania y del conflicto entre Israel y Hamás, se está gestando una nueva dinámica en África que, Rusia y China están activamente aprovechando y que tendrá enormes consecuencias para la geopolítica europea y occidental en las próximas décadas. Tuve la oportunidad de escuchar un informe Alberto Ruiz Thiery, quien coordina toda la enorme extensión del continente africano para la Internacional de Centro, la IDC y quiero plantearles algunos de los temas más relevantes para el futuro.
Comencemos por este dato palpable, el crecimiento de la población africana. Actualmente el continente tiene aproximadamente 1.300 millones de habitantes y se calcula que, en el año 2050, tendrá más de 2.500 millones de personas, el doble, de las cuales, más del 65 % de los habitantes serán jóvenes con menos de 25 años de edad.
El contraste es total frente a una Europa donde el crecimiento de la población es casi negativo y sus ciudadanos están envejeciendo. En 2022, el crecimiento europeo fue impulsado principalmente por la migración neta positiva, ya que hubo más muertes que nacimientos. Se prevé que la población de la UE alcance su punto máximo en 2026 y luego disminuya gradualmente hasta 2100. Así, a la vuelta de la esquina se tendrá una Europa rica y vieja frente a una África joven y pobre con enormes desequilibrios sociales y económicos.
La conjunción de millones de jóvenes sin empleo y sin preparación ni educación, en situaciones de extrema necesidad, sin nada que perder, pueden crear enormes disturbios sociales y corrientes migratorias, enfrentamientos políticos o la posibilidad de que muchos de estos jóvenes terminen en manos del crimen organizado o el terrorismo.
En los últimos años, entre 2020 y 2023 ha habido una oleada de golpes de Estado militares en África, nueve lamentablemente con éxito y uno fallido. En Malí ha habido uno en agosto de 2020 y otro en abril de 2021, en Níger uno fallido en marzo de 2021 y otro con éxito en julio de 2023, en Chad en abril de 2021, en Guinea Conakry en septiembre de 2021, en Sudán en octubre de 2021 y en Burkina Faso en febrero de 2022 y en septiembre de 2022, y el último en Gabón en agosto de 2023. Pero en África existe, adicionalmente, otro tipo de golpe de Estado, los golpes de Estado políticos y constitucionales, los que utilizan las reglas de juego de una falsa democracia para alterar los resultados de las elecciones, como sucede en Angola y Mozambique, por ejemplo, entre otros países.
Esta situación de inestabilidad está siendo aprovechada por Rusia para imponer su política de regreso e influencia en África, que fue abandonada después de la caída de la Unión Soviética.
Su presencia, su interés y su influencia está basada en el apoyo y colaboración militar y técnica, servicios de información e inteligencia, suministro de material militar, así como a través de la presencia de diferentes organizaciones paramilitares y mercenarios, que actúan sin ningún control.
La presencia de una Rusia dictatorial en África y en especial en los países donde el terrorismo es más activo, donde se han consolidado los golpes de Estado militares y donde los gobiernos son más débiles o más corruptos, supone un proceso desestabilizador para el avance de la democracia, la paz y las libertades, lo que está permitiendo a Rusia crear una zona de influencia militar y política en varios países.
Un ejemplo de cómo han cambiado las influencias políticas en África lo podemos constatar en la votación celebrada el año pasado en las Naciones Unidas, sobre la exclusión de Rusia del Consejo de los Derechos Humanos, por la invasión de este país a Ucrania. En dicha votación sólo diez países africanos votaron a favor de la expulsión, de un total de 54 países, el resto se abstuvo o votó en contra, o no votó. Hace unos años este resultado era impensable, por no decir imposible.
Otro gran actor político y económico en África, actualmente el más implantado y de mayor influencia, es la China comunista. Lleva años potenciando su enorme presencia y acción, utilizando una red tipo «tela de araña», expandiéndose a través de un importante entramado económico a diferentes niveles, en el que trabajan millones de chinos. La gran mayoría de las empresas africanas, grandes o pequeñas, están financiadas o cuentan con el apoyo financiero, en su mayoría, del Gobierno chino. También indirectamente están presentes en algunos medios de comunicación para defender sus objetivos y potenciar una imagen favorable a sus intereses y su propaganda, sin entrar, por ahora, en la política del país donde tienen intereses. Actualmente entre sus inversiones estratégicas está el control de algunos aeropuertos y puertos, así como están presentes en el ámbito de la seguridad.
Es una nueva forma de colonialismo que países como Rusia, China y, a su manera Irán, están desplegando con mucha fuerza y de manera subrepticia en África e Hispanoamérica, mientras Occidente pierde su identidad e influencia de manera acelerada en estas regiones que representan el futuro poblacional del mundo y la reserva cultural de Occidente frente a otras culturas.