El triunfo de Trump y el cambio político en Venezuela
El general Charles de Gaulle decía que las elecciones en Estados Unidos son tan
importantes que el mundo entero debería poder votar en ellas. No hay que perder
de vista que este proceso electoral, en el que resultó electo el presidente Donald
Trump para un nuevo periodo, se dio en un contexto global completamente
convulsionado por las guerras, el cambio climático y el autoritarismo.
Ahora bien, el pueblo estadounidense le dio su voto de confianza nuevamente al
presidente Trump, quien deberá asumir el timón en un contexto completamente
distinto al de su primer mandato. América Latina está fuertemente impactada por
un proceso de debilitamiento de la democracia, evidente en Venezuela, Cuba y
Nicaragua, pero también en otros países como México y El Salvador, donde esta
tendencia toma fuerza. Existe, por tanto, una alta expectativa respecto a lo que
Trump pueda hacer para revertir este ciclo de empobrecimiento, dictadura y
opresión en la región; y hay indicios de que Trump tiene este ángulo geopolítico en
su radar.
El caso de Venezuela representa para Trump una verdadera prueba de fuego. El
voto latino, fuertemente representado en estados como Florida, fue determinante
para que el presidente Trump retornara a la Casa Blanca, y en ese voto hubo, sin
duda, venezolanos exiliados que aspiran a regresar a su país una vez se
restablezca la libertad y la democracia.
Cuando afirmo que Venezuela es la gran prueba de la administración Trump en la
región, lo digo porque considero que el caso venezolano encierra gran parte de la
crisis de América Latina. El impacto que tendría para la región una Venezuela
democrática sería fundamental para abrir un nuevo ciclo de libertad, progreso y
estabilidad en el hemisferio. Venezuela encarna las tres variables más
amenazantes para la región: el retroceso democrático radical, la alianza entre el
crimen organizado y el Estado, y las migraciones masivas. Estas tres variables
están presentes, en distintos grados, en todos los países y se están convirtiendo
en una cuestión crónica.
Respecto al abanico de opciones para Venezuela, la administración Trump solo
cuenta con dos posibilidades: aumentar la presión para fracturar un régimen ya
deteriorado o intensificar la presión para negociar una transición. Algunos sugieren
una tercera opción: que Trump conviva con Maduro a cambio de petróleo y
estabilidad migratoria. Específicamente, muchos analistas creen que el presidente
Trump podría dar un giro en su política exterior y buscar un acercamiento con
Maduro, al estilo de lo que hizo con Kim Jong-un. Honestamente, no lo veo viable
por tres razones fundamentales: 1) El ala más conservadora del Partido
Republicano se opondría a una política de apaciguamiento y convivencia con
Maduro; 2) líderes cubano-estadounidenses cercanos a Trump, quienes tienen
una influencia significativa, saben que esto fortalecería al régimen cubano y sus
pretensiones autoritarias en el continente; y 3) una negociación de coexistencia
pondría en riesgo el apoyo de los votantes latinos de Florida y el respaldo de
líderes como Milei, Bukele y Bolsonaro, quienes combaten fuertes movimientos de
izquierda en sus respectivos países. Además, personalmente, Trump tiene
vínculos con Venezuela y su cambio político, y la restauración de la democracia en
nuestro país podría consolidar su legado en América Latina.
Maduro lo sabe, por lo que buscará a toda costa un camino de apertura y
entendimiento con Trump. Su régimen hoy está absolutamente debilitado,
sostenido por la fuerza bruta pero sin apoyo popular, como quedó demostrado el
28 de julio, cuando Edmundo González duplicó su número de votos. Maduro
tampoco cuenta con respaldo internacional, ni siquiera de sus antiguos aliados
ideológicos, como se vio en la cumbre de los BRICS. Internamente, además,
enfrenta fracturas con grupos que buscan desplazarlo para imponer sus propias
agendas.
De manera que las cartas están echadas y los planetas alineados para lograr un
cambio en Venezuela, un cambio que sería definitivo para América Latina. Un
cambio que será el fin del Muro de Berlín en esta parte del mundo.